Jesús de Nazaret. Narrativa histórica 1. #039

Introducción. ¿Cual era su nombre? / El mundo gobernado por el imperio romano. / Séforis, capital de Galilea. / ¿Como era Galilea? / Diezmos, tributos, tasas e impuestos. / La desigualdad económica.

Se han escrito muchos libros sobre la vida de Jesús en estos 2000 años. La mayoría de la bibliografía se refiere a la proclamación de su mensaje y a la interpretación de este en nuestros días. Pero conocemos muy poco sobre la sociedad, las costumbres y el momento histórico en que el vivió y que influyeron en su vida, aquel Jesús que todos conocemos o que creemos conocer. 

Este es el primer articulo, en donde no pretendo ir en profundidad ya que estamos en un blog, tan solo me limitare a realizar una síntesis de una aproximación histórica en los tiempos de Jesús de Nazaret.  

 

              

Se llamaba Yeshúa, y probablemente ese nombre le gustaba. Según la etimología más popular el nombre quiere decir “Yahvé salva”. Se lo había puesto su madre, el día de la circuncisión. Era un nombre tan corriente en aquel tiempo que había que añadirle algo más para identificar mejor a la persona. En su pueblo la gente lo llamaba Yeshúa bar Yosef, “Jesús hijo de José”.  En otras partes le decían Yeshúa ha-notsrí, “Jesús de Nazaret”. En la Galilea de los años 30, era lo primero que se quería conocer de una persona: ¿de donde es?, ¿a que familia pertenece?. 

 

Para la gente que se encontraba con él, Jesús era “galileo”. No venia de Judea; tampoco había nacido en la diáspora en alguna de las colonias judías establecidas por el Imperio.

Provenía de Nazaret y no de Tiberíades; era de una aldea desconocida, no de la ciudad santa de Jerusalén. Todos sabían que era hijo del “artesano”, no de un recaudador de impuestos, ni tampoco de un escriba.

 

Jesús no conoció de cerca a Cesar Augusto, ni Tiberio, ninguno de los dos pisaron su pequeño país, sometido al imperio de Roma desde que el general Pompeyo entro en Jerusalén la primavera del 63 A.C. Sin embargo escucho hablar de ellos y pudo ver su imagen grabada en las monedas.

Jesús sabia muy bien que los romanos dominaban el mundo y era dueños de Galilea. Lo pudo comprobar mejor cuando tenia alrededor de veinticuatro años. Antipas, tetrarca de Galilea, vasallo de Roma, edifico una nueva ciudad a orillas de su querido lago de Genesaret y la convirtió en la nueva capital de Galilea. Su nombre lo decía todo. Antipas la llamo Tiberíades, en horno de Tiberio, el nuevo emperador que acababa de suceder a Octavio Augusto. Los galileos debían saber quien era su señor supremo.

 

Las ciudades constituían una especie de archipiélago en medio de regiones menos pobladas, habitadas por gentes incultas, pertenecientes a los pueblos sometidos. De ahí la importancia de las calzadas romanas, que facilitaban el transporte y la comunicación entre las ciudades, y les permitía el rápido desplazamiento de las legiones . Galilea era un punto clave en el sistema de caminos y rutas comerciales del Próximo Oriente, permitía la comunicación entre los pueblos del desierto y los pueblos del mar. 

 

Jesús vivió en Nazaret, lejos de las grandes rutas. Solo cuando vivió en Cafarnaúm, un pueblo importante al noroeste del mar de Galilea, pudo conocer la Vía Maris, o “Camino del Mar”, una ruta comercial que partiendo desde el Éufrates, atravesaba Siria, llegaba hasta Damasco y descendía hasta Galilea para atravesar el país en diagonal y luego continuar hacia Egipto. Jesús nunca se aventuro por esas rutas, sus pies solo pisaron los senderos de Galilea y los caminos que llevan a la ciudad santa de Jerusalén. 

 

Herodes el Grande, fue siempre realista y sabia que su imperio pendía de un hilo, entre las posibles sublevaciones o un fatídico encuentro contra Roma, por ello le llevo a construir 3 grandes fortalezas. Estas eran en Galilea “Séforis” y en la que se convirtió en ciudad fuerte y principal centro administrativo de la región. Cerca de Belén construyo “Maqueronte” y al oeste del Mar muerto “Masada”, les aconsejo sobre esta ultima leer mi articulo del año pasado “La fortaleza de Masada”. Y en Jerusalén, construyo la torre Antonia, para controlar el área del tempo especialmente durante las fiestas de Pascua. 

 

Pero sin duda su más grandiosa construcción fue “Cesárea del Mar”, que facilitaba la llegada de las legiones romanas por mar, al mismo tiempo que recibir los transportes de trigo, vino, y aceite de oliva traídos directamente de Roma. La nueva ciudad representaba la grandeza del poder de Herodes, pero también su sumisión inquebrantable a Roma.

 

Con la muerte de Herodes se desataron varios focos de insurrección en toda Israel como el incendio del palacio real en Jericó. Pero el episodio más grave fue en Séforis, en donde un grupo de hombres tomo el palacio real, apoderándose de las armas y mercancías allí almacenadas. Según el relato de Flavio Josefo “historiador romano”, escribe que fue Quintilio Varo gobernador de Siria quien se encargo de colocar orden en toda Palestina mientras envió a Gayo a Galilea a reprimir el foco de rebelión y este lo hizo de forma brutal. Tomo la ciudad de Séforis y la incendio.

 

Jesús en aquella época tenia unos 3 o 4 años y vivía en la aldea de Nazaret que estaba tan solo a 5 kilómetros de Séforis. No sabemos lo que pudo vivir la familia, pero seguramente la brutal intervención de Roma fue recordada por mucho tiempo por los campesinos de las aldeas cercanas. 

 

Las cosas no cambiaron mucho con la muerte de Herodes en el año 4 a.C. Sus hijos tomaron el testamento y Augusto resolvió la sucesión: Arquelao se quedaría con Idumea, Judea y Samaría; Antipas gobernaría Galilea y en Perea, una región que quedaba al oriente del Jordán; a Filipo se le daban la Galaunítida, Traconítida y Auranítida, todas tierras al norte de Galilea. 

Antipas gobernó Galilea desde el año 4 a.C. hasta el 39 d.C., el cual fue depuesto por el emperador y termino sus días en las Galias. Jesús fue súbdito suyo durante toda su vida.

El levanto la ciudad de Tiberíades una especie de Cesarea en miniatura para no ser menos que su padre. Durante la infancia de Jesús Séforis era la capital de Galilea. 

 

 

¿Como era el país de Jesús?

Flavio Josefo conocía muy bien estos territorios ya que había sido general encargado en defender Galilea y la llamaba: “la región del lago”, esta región tan frecuentada por Jesús.

 

El mismo las describe con lujo de detalle, en los que deja reflejar que el país de Jesús, era un país envidiable por las generosidades de la naturaleza y también por el fruto del trabajo del hombre. En su escritos, describe: 

En los valles de Yizreel y Bet Netofá se cultivaba trigo de calidad y también cebada, que por su sabor amargo y de difícil digestión, era el pan de los más pobres. Se veían viñedos un poco por todas partes; incluso en las laderas poco escarpadas. 

Galilea al parecer producía un vino excelente “para aquella época”, de tipo egeo. El olivo era un árbol apreciado y abundante. Las higueras, granados y arboles de frutales crecían más bien en las cercanías de las aldeas o en medio de las viñas. En los lugares mas sombreados se cultivaban verduras y hortalizas. Los contemporáneos de Jesús vivían en el campo y toda Galilea se dedicaba al cultivo. Prácticamente toda la población se dedica al cultivo de la tierra, salvo la elite de las ciudades que se encargan del gobierno, administración, recaudación de impuestos o vigilancia militar.  

 

En la región del lago donde tanto se movió Jesús, la pesca tenían gran importancia. Las familias de Cafarnaúm, Magdala o Betsaida vivían del lago. Las artes de pesca eran rudimentarias: se pescaba con distintos tipos de redes, trampas y tridentes. Muchos usaban las barcas; los más pobres pescaban desde la orilla. Los pescadores no tenían una vida muy holgada como los del campo, por la gravedad de los impuestos y tasas sobre la pesca y las embarcaciones. En aquella región había poco comercio ya sea interior que exterior. 

 

Antipas heredo de su padre, grandes extensiones de terreno en Galilea, en las montanas de Nazaret y en los alrededores de Tiberíades, los ingresos de la renta de estos terrenos le dio oportunidad para poder construir Tiberíades. Así mismo hacían los que vivían en las ciudades, todos tenían terreno en los alrededores que rentaban y con ello les permitía vivir holgadamente. Los conflictos con el administrador y los propietarios eran frecuentes sobre todo cuando la cosecha había sido pobre.

 

Hay indicios que en los tiempos de Jesús, estos grandes propietarios fueron haciéndose con nuevas tierras de familias endeudadas. Muchos eran simples jornaleros que por alguna u otra razón se habían quedado sin tierras. Estos se movían por las aldeas buscando trabajo sobre todo en la época de cosecha o en la vendimia. Recibían un salario al atardecer de la jornada; constituían una buena parte de la población y muchos vivían entre el trabajo ocasional y la mendicidad. 

 

Jesús conocía bien este mundo en sus años de niño y de adolecente, e iba acumulando información de la sociedad, de la naturaleza a su alrededor y de la naturaleza del hombre, todo material precioso, con el cual más adelante habría compuesto todas sus parábolas.

 

Recuerdan la parábola de los jornaleros, sentados en la plaza de una aldea esperando a ser contratados por algún propietario. Sin duda los veía cuando iba recorriendo las aldeas de la Baja Galilea.   

 

Uno de los rasgos mas característicos de las sociedades agrícolas del Imperio Romano, era la enorme desigualdad de recursos entre la mayoría de la sociedad agraria y la pequeña elite que vivía en las ciudades. 

Este era el objetivo de los diezmos, tributos, tasas e impuestos, la obligación tributaria de los campesinos hacia la clase dirigente. El primero que exigía el pago de tributo era Roma, el “tributum soli” sobre las tierras y el “tributum capitis” sobre cada miembro adulto de la familia. Se pagaba en especies o en moneda. Negarse a pagar era considerado una rebelión al Imperio. Según el historiador Tásito, era entre un 12% y un 13% de la producción anual, esto era una carga impositiva muy pesada para los campesinos.

 

Pero también estaban los impuestos del sistema judío de diezmos y primeros frutos, destinados a la clase sacerdotal del templo, era considerada una obligación sagrada hacia Dios presente en el templo y esto significaba un 20% de la cosecha anual. Hay que agregar el impuesto del “shékel” que todo judío adulto debía de pagar cada año, y serbia para ayudar a los sacerdotes levitas que no poseían tierras de producción y para mantener la aristocracia sacerdotal de Jerusalén. 

 

Podemos imaginar cuanto difícil era para las familias campesinas este gravamen de impuestos que mucha veces era imposible de pagar y de esta manera quedaban sin tierras o eran forzados a pedir un préstamo a comerciantes y así lograr estirar la implacable agonía de quedar sin nada. Algunos eran vendidos como esclavos otros vivían de la mendicidad y algunas de la prostitución. No faltaba quien se unía a grupos de bandidos o salteadores de alguna zona inhóspita del país.

 

El fantasma de la deuda era temido por todos, muchas familias se ayudaban entre si para defenderse del chantaje de los recaudadores. En fin, en los tiempos de Jesús en Galilea y en el mundo romano no era fácil vivir.

 

Desde Séforis y Tiberíades se tasaba y administraba toda Galilea. Los campesinos experimentaron por primera vez la presión y el control de los gobernante herodianos.  Mientras que en estas  ciudades crecía el nivel de vida y la posibilidad de adquirir mercancías lujosas, en las aldeas se sentía cada vez más la inseguridad y los problemas para poder vivir. 

 

Los campesinos cultivaban diferentes productos, pensando en sus variadas necesidades y en el mercado de intercambio y mutua reciprocidad que existía entre las familias y vecinos de las aldeas. Sin embargo, en esta nueva situación se iba impulsando cada vez más el monocultivo. A los grandes terratenientes les interesaba para aumentar la producción, facilitar el pago de impuestos y negociar con el almacenamiento de los productos. Mientras tanto, los propietarios de pequeñas parcelas y los jornaleros quedaban cada vez menos protegidos. Las elites urbanas no pensaban en las necesidades de las familias pobres, que se alimentaban de cebada, lentejas judías, mijo, cebollas o higos, sino en productos como el trigo, el aceite de oliva y el vino, de mayor interés para el almacenamiento y el lucro.

 

Al parecer, Jesús conoció a lo largo de su vida el crecimiento de una desigualdad que favorecía a la minoría privilegiada de Séforis y Tiberíades. Mas tarde, su actividad en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del “reino de Dios” representaban una fuerte critica a aquel estado de cosas. Su firme defensa a los indigentes, su acogida preferente a los últimos de aquella sociedad y la condena a la vida suntuosa de los ricos. 

La parábola del mendigo Lázaro y  el rico que vive fastuosamente ignorando al que muere de hambre a la puerta de su palacio. 

El relato del terrateniente insensato que solo piensa en construir silos y almacenes para su grano; la critica severa a quienes atesoran riquezas sin pensar en los necesitados; sus proclamas declarando felices a los indigentes, los hambrientos y los que lloran al perder sus tierras; sus llamadas a perdonar las deudas. 

La búsqueda de un mundo nuevo, más fraterno y más justo en donde Dios pudiera reinar como Padre para todos.

 

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Fuentes: Flavio Josefo (Tito Flavio Josefo: historiador judío romano y José Antonio Pagola en su libro Jesús, aproximación histórica, ISBN-10 9871931328

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