El horno de pan y Fahrenheit 451

 

Aquella mañana de verano, mi madre estaba haciendo la maza para hacer pan. Yo seguía con atención todo el procedimiento, sentado en una silla alta para poder llegar hasta el borde de la mesa. La blanca harina flotaba en el aire y hacia imaginarias nubes cuando pasaban atreves de los rayos de sol que entraban por la ventana.

Luego fuimos fuera, al patio, allí me ubicaron a la sombra debajo de un árbol, y luego mi madre se dispuso a encender el fuego dentro del horno de barro. Era una tarea larga, pero para mí, muy entretenida. Claro no podía ayudar ya que con mis 4 años, no era para mí una tarea recomendable.

El tiempo paso lentamente, ya el fuego había consumido toda la leña de sarmientos de viña. Luego mi madre con una especie de rastrillo, saco las brasas que coloco en un gran tambor de metal. Después con el mismo rastrillo pero esta vez envuelto en una bolsa de tela mojada, lo introdujo dentro del horno para limpiar bien el piso del horno donde se apoyaría el pan. 

Ya estaba todo preparado, pero recuerdo que mi madre realizó una operación que capturo mi atención. Tomo una hoja de diario, la arrugo haciendo una pelota de papel y luego la arrojo dentro del horno. Yo seguía toda la tarea al mínimo detalle. Y observe que la pelota de papel, se coloreo de un marrón obscuro y luego se envolvió en una flamante llama. Enseguida mi madre repitió la operación con el rastrillo y la bolsa de tela húmeda, estas ves mucho más mojada, y era para bajar la temperatura del horno. Luego otra pelota de papel cayó dentro del horno pero, solo se puso de color marrón, pero no se incendió.  

El horno estaba a la temperatura justa para hacer el pan y las tortas de chicharrones que eran una delicia. 

Pasaron los años, los suficientes para que yo mismo pudiera hacer el pan, en otros hornos, en otros lugares, pero siempre me recordé, lo de la pelota de papel. Y también aprendí que el papel se inflama con el calor y se incendia a los 232 ºC, la temperatura ideal para cocinar el pan, en medida imperial inglesa, serian 451°F. Para los que nunca han cocinado, les aconsejo experimentar esta noble arte, la de hacer el pan en casa.

En estos días de estar en la casa debido al “lockdown” por la pandemia del covid-19, regrese aquella costumbre de hacer el pan una vez a la semana. Todas sanas costumbres. Pero también el tener un poco más de tiempo para leer. También para hacer orden en aquellas cosas que uno deja amontonadas para otro momento. Bueno ahora llego ese otro momento y me puse a ordenar  una caja de libros. Y allí lo encontré. Un viejo libro, el cual é leído 3 veces.

Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, publicado en 1953. Inicie a hojearlo, me detuve en algún capitulo que había cautivado. Luego recordé el horno para hacer el pan. La pelota de papel. Fue así que mi mente se trasladó dentro de las líneas del libro hasta encontrar al personaje principal.

Mi nombre es Guy Montag, soy bombero del estado y mi función es destruir y quemar todo tipo de libro que se encontremos; de perseguir y destruir a toda persona que tenga en su poder un libro, porque esa persona es un terrorista y enemigo del bien común. No sé, si me gusta mucho pero es un trabajo seguro, y bien pagado. Y el quemar libros, en fin nadie sabe leerlos, ni para qué sirven. Por mi profesión había aprendido a leer, pero no a escribir, esto era considerado un lujo.

Hacia el año 2100, el gobierno mundial había decretado que por el bien de toda la humanidad había que quemar todos los libros de la tierra. Las personas ya no sabían leer ni escribir. Contaban con aparatos digitales que les daban información de todo lo que deseaban conocer o para entretenimiento. Ciertamente toda la fuente de información estaba politizada, lo cual conducía a las personas a estar relajadas ya a no tener otros pensamientos, salvo el trabajo, día y noche con el fin de producir proteínas y vitaminas para los que las podían comprar. Toda otra idea, otro pensamiento, era considerado ir contra el sistema establecido, por lo tanto un terrorista.

Un día Montag y su equipo realizan un operativo, encontrando muchos libros para quemar. Montag por curiosidad esconde entre las ropas un solo libro “La Biblia”.  Como no sabe el significado de aquel libro, se pone en contacto con la persona que le había enseñado a leer, el profesor Faber. Este profesor le explica que aquello que tiene en sus manos es el libro de los libros y la única manera de preservarlo es que él se aprenda de memoria parte de su contenido.

Así le hablo de un grupo de hombres y mujeres que vivían en secreto y que cada uno había aprendido de memoria un libro, por lo tanto cada persona, era un libro.

La historia continua, con la llegada de una guerra bacteriológica que aniquila casi toda la población del planeta, y Montag junto al grupo de hombres libros tienen la grandiosa tarea de re fundar toda la humanidad. Se los aconsejo.

Para no ser repetitivo, lea el artículo que publique el 15 de abril 2020 “Conectados pero no comunicados”, en donde expreso mi pensamiento por los libros, no dejen de leerlo. Y para los que quieren ingresar en el mundo de la cocina, tal vez es la oportunidad para aventurarse haciendo en vuestra cocina el pan en casa esta fin de semana.

Para hacer un poco de historia, fueron muchos las culturas que dejaron sus obras escritas, muchos comprendieron el gran valor y fue por ello que crearon las bibliotecas, para poder tener allí, la mayor cantidad del saber para poder difundirlo en el futuro.

Muchos títeres ignorantes que les toco el poder de turno, por temor de estos logros, enviaron a quemar muchas de estas bibliotecas en la historia. Pero hoy gracias al progreso existen un gran número. Solo nombro 3, las cuales cuentan con ediciones en centenares de idiomas.  

Las 3 bibliotecas más grandes en la actualidad son:

Biblioteca Británica                                           200 millones de libros


Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos  165 millones de libros.


Biblioteca Pública de New York                         55 millones de libros


Las 3 grandes bibliotecas de la antigüedad:

Las bibliotecas de Ugarit (en la moderna Siria), 1200 a. C., comprenden archivos diplomáticos, obras literarias y las primeras bibliotecas privadas encontradas hasta la fecha.

La biblioteca de Asurbanipal, en el siglo VII a. C., en Nínive (cerca de la moderna Mosul, Irak), considerada como la "primera biblioteca sistemáticamente recopilada". Fue descubierta en el siglo XIX. A pesar de la destrucción de la biblioteca, muchos fragmentos de tablas con escritura cuneiforme sobrevivieron, y han sido reconstruidos. Entre los muchos hallazgos se encuentran grandes partes del poema de Gilgamesh. Ver articulo: De Asurbanipal a mis Amigos.

La Biblioteca de Alejandría, siglo III a. C. (circa. 295). La fecha de su destrucción no se conoce con certeza, pero se supone que albergó una de las mayores colecciones del mundo helenístico.

A los 20 años trabaje en la librería más grande de la ciudad de Mendoza: “García Santos Libros”. Entre las tantas cosas que aprendí,  es en dar siempre un buen y sabio consejo a quien quiere hacer un regalo a una persona querida: “El mejor regalo, es un libro”. Este no pasara nunca de moda, y si es bueno lo tendrás en tu memoria para siempre. Otros tipos de regalos pueden ser muy llamativos y espectaculares, pero estos envejecen y después de un tiempo quedan en el fondo de nuestros armarios. El libro recrea tu memoria y le regala alas a tú mente, con las cuales puedes llegar a donde ninguna agencia turística se lo permite.  

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Comentarios


  1. Mario De Pian - 11 julio, 2020 at 8:13 pm

    Impresionante el articulo Marcelo!!!
    Me parecio de estar sentado en una butaca del viejo “cine americano de Tandil” hace mas de 50 años!!! Impresionante!!! Impresionante che!!!!
    abraxo!!!

    _________________________________________________________
    Marcelo D. Leppez Sanchez - 11 julio, 2020 at 9:48 pm
    Hola Mario !!!, gracias por tu comentario. 50 años no son nada, es solo un instante en nuestra maquinita del tiempo que tenemos dentro. ¿Cómo era el cine Americano de Tandíl?

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  2. Patricia Manganelli - 11 julio, 2020 at 8:47 pm

    Hola Marcelo, siempre un deleite disfrutar de tus relatos. Hoy cuando comencé a leer… la atención que prestabas a la tarea de tu madre, siendo tan pequeño… me recordó a mi querida madre… exactamente lo que tu madre hacía lo mismo la mía….. cuantos recuerdos y lo que haces ahora vos, también lo hago yo… con esto de la pandemia, uno trata de extremar cuidados.
    Luego, precisamente cuando relatas acerca de la destrucción de bibliotecas (o tratar de desaparecer la cultura establecida por la que invade o se impone), justamente las regiones que mencionas no solo destruyeron cultura escrita sino que arrazaban con todo lo que identificara al pueblo invadido.
    Y de pronto me encuentro leyendo que mi querido Marcelo ha trabajado en García Santos, que sorpresa enorme… allí trabajó mi querido hermano Franco… que ya no está conmigo… está para siempre en mi corazón. Querido amigo, hermoso tu escrito… cuantos recuerdos has traído a mi memoria, Gracias!!💖

    ______________________________________________________
    Marcelo D. Leppez Sanchez - 11 julio, 2020 at 9:44 pm

    Hola Patricia !!!, gracias por tu comentario escrito con el corazón. La magia de la escritura, nos hace meternos en la máquina del tiempo que tenemos dentro y nos permite de recorrer tiempos pasados viéndolos con otros ojos nuevos. Como decía otro amigo, 50 años, fueron hace un instante; y nos hacen vivir con serenidad el momento presente.

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  3. Marina De Pian - 12 julio, 2020 at 10:57 am

    Este escrito es distinto, amo Bradbury y voy a releer Fahrenheit 451
    Increíble, ti racconto, casi una Intertextual entre tú historia y la del escritor.
    El pan. El tiempo. La esperanza de un mundo nuevo
    Gracias Marcelo, qué lindo que nos compartas tus historias !

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  4. Estela Maiz - 12 julio, 2020 at 2:32 pm

    Hola Marcelo querido ,que lindo todo lo que escribiste ,cuantos recuerdos del pan que hacían nuestras madres ,en esta cuarentena hemos cocinado bastante y hemos hecho mucho pan ,gracias por compartir tan lindo artículo!!!!!

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  5. Mauricio Llaver Sánchez - 12 julio, 2020 at 7:22 pm

    Marcelo querido, cuánta emoción… yo conocí a tu mamá y a aquel horno de barro en tu casa de la calle La Posta, y te juro que me acuerdo de sus tortitas con chicharrones. Ufff… qué fuerte. Pero no quiero dejar que la emoción me impida elogiar el resto del artículo, de la importancia de los libros, las bibliotecas, el cultivo del conocimiento… Te mando un abrazo enorme, querido amigo.

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 15 julio, 2020 at 4:16 pm

    Gracias Mauricio, por tu comentario en el artículo. También yo me emocione al leerlo, tantos lindos momentos compartidos. Son estos los pequeños grandes regalos que la vida nos hace, después de más de 40 años.

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  6. María Cristina Sanchez - 15 julio, 2020 at 9:56 am

    Querido Marcelo disfruto tanto ver cómo entrelazas los temas, desde imaginar el olor a pan recién echo a tener un libro y disfrutarlo, ambos son inmensos placeres, gracias!!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 15 julio, 2020 at 4:12 pm

    Con el arte de la escritura, esto es posible. Gracias Marilyn por tu comentario.

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  7. Lionel Conde - 17 julio, 2020 at 10:34 am

    Querido Marcelo, he leído esta breve ,pero muy rica historia, esta bueno que a pesar de la tecnología que hoy existe, nunca se pierda el placer de leer un libro que a aparte de introducirnos en un mundo a veces tiene un parecido con la realidad ,ayuda a adquirir una saber y una cultura que no te la quita nadie, abrazo grande amigo . Lionel

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 17 julio, 2020 at 6:00 pm

    Hola Lionel. Bienvenido a Plentempe y gracias por tu hermoso comentario. Como tu bien dices: La lectura de los libros fortalece nuestra cultura y esto nadie no lo puede quitar.

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  8. Hola Marcelo! Me encantó el relato, siempre intento tener un buen libro para leer en mis ratos libres. Es lo mejor porque dura para toda la vida en la memoria y también motiva para escribir dejándose llevar por la imaginación. Es un ejercicio ideal y relajante. Abrazos!

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  9. Apreciado Marcelo, mil gracias por por compartirme este precioso relato. La descripción y los detalles del horno de pan me hicieron recordar a momentos vividos con mi querida abuelita, son momentos marcados a fuego en nuestra memoria que no se olvidan nunca. Por otro lado el mundo apocalíptico que describe el libro es un poco lo que se puede percibir hoy en día en el mundo.. La gente tiene cada vez más tecnología y contrario a lo que debería ser son cada vez más ignorantes del mundo que los rodea y de su propia existencia y propósito, esperemos pues no sea tarde para cambiarlo. Te mando un gran abrazo!

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