Durante la pandemia. ¿Dónde está Dios?

 

Algunos de mis amigos lectores, me ha preguntado: Durante la época de pandemia, ¿en dónde está Dios? Lo significativo es los que me preguntaron, son personas, de distintas naciones, de edades distintas y de creencia religiosa diversas. Esto me animo a escribir estas artículo, en donde a título personal tratare de dar una respuesta.

En los momentos difíciles de nuestra vida es tal vez donde surgen en nuestro interior, preguntas, muchas de ellas fundamentales y existenciales, algunas para darnos respuesta a los hechos a nuestro alrededor, otras para encontrar una certeza de aquello que vivimos, a preguntas en donde tal vez ninguna persona pueda dar una respuesta satisfactoria.

Sin duda uno de estos momentos para muchos ha sido este periodo de “lockdown”, durante la pandemia del covid-19, cuyos efectos después de más de 7 meses son devastadores en todo el mundo. Cada país tiene su estadística bien actualizada, con los miles de contagiados y de víctimas fatales. Durante estos meses el mapa mundial se fue coloreado de rojo hasta quedar totalmente purpura. Al inicio recuerdo que eran solo números, luego personas dentro de las ciudades en donde vivimos, luego víctimas de gente conocida, luego algún amigo y tal vez algún ser querido. Personalmente y para sumarme a la lista, en esta pandemia perdí uno de mis mejores amigos.

Un dolor planetario, en donde cada ser de los actuales casi 8 mil millones de personas, puede contar, puede decir, que ha perdido al menos una persona conocida. Esto es una pandemia. Ninguno de nosotros había vivido algo así; la última vez que hubo una similar situación fue en 1918, con la llamada: pandemia de gripe, conocida como: “gripe española”, generada en origen en Estados Unidos; donde se infectó más de la mitad de la humanidad y en donde murieron alrededor del 6% de la población mundial, unos 110 millones de personas. Estos datos quedaron cuidadosamente velados por decenios, hasta que los medios modernos de información la trajeron a la luz recientemente.

Ante estos cuadros casi apocalípticos mucha gente con una convicción religiosa definida, y no tanto, se preguntan: ¿dónde está Dios? y ¿porque no actúa?, si Dios es Amor, como tantos creen: ¿Por qué permite estas calamidades?

Creo que para poder dar una respuesta a todas estas preguntas tan familiares en el cotidiano, habría que partir de la idea que nosotros tenemos de Dios. Para ello tratare de hacer una descripción, sin tener en cuenta una particular creencia religiosa: llámese Cristianismo, Judaísmo o Islamismo, por así nombrar las más comunes en nuestro entorno occidental, por lo tanto sin hacer referencia alguna por ejemplo dentro del cristianismo a: católicos, ortodoxos, evangélicos, luteranos, ect...

Si partimos de una idea común, de que Dios, es el creador de todas las cosas, del universo, “aquí dentro estamos nosotros”, y creo también de las leyes que gobiernan la naturaleza. Por lo tanto Dios está en todo la creación, en todo el universo y por lo tanto dentro de nosotros que formamos parte de la naturaleza. A este punto podemos decir que Dios no puede ir contra algo que Él ha creado, no puede ir contra las leyes de la naturaleza; si lo hago me coloco en riesgo.

El hombre tardo miles de años en entender esto, en descubrir en el creado, las leyes que la gobiernan. Ahora somos más conscientes y no nos alteramos cuando en una tormenta vemos un rayo; sabemos que es un fenómeno atmosférico y no una manifestación de los dioses. Sabemos que podemos saltar desde arriba de nuestra cama al suelo, sin problemas, y también sabemos que si la altura es más grande seguramente nos haremos daño. Si queremos saltar de nuestra ventana en el cuarto piso e invocamos la protección de dios, este no nos protegerá en el intento, ya que vamos contra la ley de la gravedad, donde se aplicada la velocidad de los cuerpos en caída libre, y podemos inclusive calcular el espectacular impacto en el suelo.

Pero esto ya lo sabemos. Lo que aún no sabíamos es que una partícula diminuta, invisible para nuestros ojos, como el virus covid-19, con su poder enorme de infección provoco en nuestros días un desastre descomunal. También los virus son parte de la naturaleza, y estamos en este momento histórico aprendiendo como especie humana, a defendernos de este peligro invisible. Las mejores mentes en el campo de la ciencia en nuestros días, están evocadas en trabajar sin tregua para la obtención de una vacuna y de un antídoto que sea capaz sin efectos colaterales de lograr una inmunización a alta escala.

Recientemente la pareja de científicos Ugur Sahin y Ozlem Tureci establecidos en la ciudad alemana de Mainz, han dedicado su vida al campo de la oncología y las enfermedades infecciosas, lograron encontrar una vacuna con una efectividad del 90%, esta sería la primera que nos da una gran esperanza.  

Paralelamente a esta titánica búsqueda de una vacuna, se han sumado otros mecanismos algunos usando la antigua formula egoísta e inhumana que está plasmada en una frase escrita siglos atrás: “cuando corre la sangre por las calles, es el mejor momento para hacer negocios”. Esta terrible frase fue escrita durante la revolución francesa, pero funcionó de maravilla en épocas de guerra, de pandemias, de hambrunas, de calamidades. El hombre, o mejor dicho la peor parte de este, encontró en épocas difíciles, los mecanismos justos para hacer de la necesidad un negocio seguro, acudiendo a la antigua artimaña de crear necesidades y luego vender a buen precio los bienes requeridos.         

Pero el hombre, también logra hacer nacer en estos tiempos difíciles otros mecanismos que son propios de su naturaleza más profunda: “el bien”. Sería interesante poder catalogar y publicar todo el bien que el hombre en momento difíciles es capaz de hacer por sus semejantes en manera desinteresada y sin querer obtener a corto o largo plazo un retorno económico o bien personal. Lo más sorprendente es que cuanto esté bien es compartido como idea social esto desata un antídoto inmediato, medible y tangible sin precedentes capaz de ir mas allá de donde ningún genio de las finanzas hubiese imaginado.

Es aquí en donde me recuerdo de una definición muy simple pero creo que todos logramos entender. Dios: es la mejor versión de nosotros mismos, que podemos obtener en el momento presente. Este dios que se encuentra en todas partes del cosmos y en manera majestuosa, dentro de nosotros mismos. Es por ello que si nos ponemos en la actitud de ayuda al otro, en las maneras más diversas, en ese momento nosotros somos para aquella persona la manifestación de Dios.

Ahora sí, que cobran sentido todas nuestras creencias religiosas, fuesen aquellas que fuesen, ahora sí que nuestras plegarias se materializan en aquello que nosotros somos para los demás.

Yo vivo en México, y les cuento que desde que inició esta pandemia hace más de 7 meses, una familia en Panamá tuvo la brillante idea de realizar por medio de las conferencias Zoom, organizar en un momento del día, una sala dedicada a la oración, que en las costumbres cristiana católica la llaman el Rosario. Al inicio algunas familias conectadas, después de algunas semanas se encuentran unidas todos los días hasta hoy en forma ininterrumpida, familias y grupos de personas, desde Estados Unidos a la Patagonia, en dos idiomas, español y portugués.

Esta práctica se convirtió en un bálsamo para todos los participantes, en donde se pide como intensiones por todos aquellos que se encuentran enfermos, ya sea por el covid-19 u otras dolencias y también se pide por aquellos ya fallecidos. Ha generado nuevas fuerzas a muchas personas que tal vez viven solas o que no tienen contactos con otros. Se ha constituido un fondo de ayuda, en cada nación que permite de acudir a todas las personas con necesidades básicas. Han aumentados los donativos a estos fondos, ya sea en dinero así como también en bienes, como alimentos, medicinas y vestuario.

Regresando a la pregunta original: En época de pandemia ¿Dónde está Dios?, la respuesta después de todo lo descripto es: “Dentro de nosotros” y la de, Dios: es la mejor versión de nosotros mismos, que podemos obtener en el momento presente. Dando lo mejor de nosotros a los demás.

Es probable que cuando esta pandemia pase, deseemos de regresar a como era antes, esto puede suceder, y después de una amnesia colectiva dejemos en el pasado lo que hemos vivido. Pero es probable que pasada esta pandemia, se realice un cambio dentro de nosotros y en medio nuestro en donde los parámetros de medida sean distintos y las personas dejen se ser meros contactos en nuestros celulares, sino más bien parte de nuestro ser, aquí nuestra nueva riqueza, nuestro logro, ser más humanos.

En estos día en la región de Centro América se ha sumado a la pandemia del covid-19 , el pasaje del huracán y tormenta tropical “Eta”, que ha destruido poblados enteros y generado inundaciones sin precedentes.  

Comparto con ustedes, la pequeña presentación del Rosario Latinoamericano, una verdadera fiesta cotidiana, en donde la simplicidad y pureza son las protagonistas en medio a un mundo en dificultades.

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