El Cazador de Estrellas.

 

Aquella tarde llegue corriendo a mi casa como era costumbre después del colegio, pero ese día  era especial, ya que había comprado en el quiosco de frente a la Iglesia en la ciudad de Junín, Mendoza; el último número de mi revista preferida: “Mecánica Popular”, y este número lo esperaba con ansias ya que estaban los planos en escala de cómo construir un telescopio.

El artículo para la construcción de un telescopio en casa, era muy detallado, estaban todas las medidas del tubo, su diámetro y longitud, las medidas de las lentes de cristal. Tome nota de todo y al día siguiente ya tenía una lista de materiales y fue entonces donde nació mi preocupación de cómo conseguirlos.

Esa tarde del sábado asistía a la parroquia en donde participaba de un grupo de jóvenes de mi edad, 15 años; fue cuando me encontré con el párroco: P. Constantino Spagnolo. El me pregunto, ¿en que andaba? Le comente de mi proyecto de la construcción de un telescopio; su mirada alegre y piadosa interpreto mi gran sueño, le mostré los planos y también la lista de materiales; fue entonces cuando me dijo, que él también quería participar en el proyecto. Yo me quedé sorprendido por su interés y le pregunte el porqué; su respuesta fue inmediata: “Dios está en todas partes y en donde podemos contemplar de una manera única, su obra maestra, es en un cielo estrellado”. Me pidió que le diese la hoja de papel con los materiales para entender mejor que quería realizar.

Pasaron algunas semanas, cuando el P. Constantino llego a mi casa en la calle La Posta, trayendo con si un paquete. Me lo entrego y me dijo: “buena construcción!!!”. Dentro de una pequeña caja de cartón se encontraban las 2 lentes de cristal, así como el espejo refractor, eran de la medida exacta que yo necesitaba. Eran los elementos más costosos y difíciles de conseguir para mí, pero el P. Constantino, lo había entendido y era su aporte concreto a la realización del proyecto.

Un mecánico amigo de mi Padre, consiguió el tubo de metal que necesitaba, era de 1,2 m de largo y me presto algunos tipos de mechas para poder hacer los agujeros para colocar los tornillos que sostendrían las lentes y el espejo. Mi Padre me observaba con mucha atención y en silencio aquellas noches después de cenar y también me ayudo a colocar las lentes.

Una noche estaba en la cocina dando los últimos preparativos, mi madre lavaba los platos, y mi padre sostenía con sus fuertes manos el tubo del telescopio mientras yo colocaba uno de las lentes. Fue cuando me pregunto: ¿y todo esto para qué sirve? Sirve para ver más de cerca las estrellas, los planetas y también la luna. Mi Padre era agricultor, y toda su vida se había dedicado al arduo trabajo de los viñedos. Como todos los agricultores de una época eran muy familiarizados con la lectura de las fases lunares; fundamentales para saber: cuándo sembrar, cuando podar la viña, cuando cortar un árbol para aprovechar la madera y que esta durara muchos años, cuando se era el momento justo para faenar un cerdo, cuando arar la tierra y un sinfín de labores, todo esto estaba señalado por las fases lunares, era el calendario de la vida cotidiana que regía las costumbres, los hábitos y gran parte de la vida. Me recuerdo que me dijo: es decir que con este aparato, ¿vas a saber cuándo plantar los melones este año?

Mi telescopio ya estaba listo, ya tenía todo preparado aquella tarde y miraba el reloj que estaba en la cocina, con la ansiedad de un astronauta; quería que llegara rápido la noche, porque ésta noche abría luna llena. La luna resplandecería con su máximo brillo en el cielo nocturno, y para mi,  sería mi primera casería.

Llego la noche subí al techo de mi casa, instale el telescopio y luego mire por el objetivo. Se me congelo la sangre mi cuerpo al comprobar que la imagen de la luna era borrosa, ajuste el tornillo que regulaba el visor, pero la imagen seguía desenfocada, como si ésta fuese doble. Mi alma se llenó de frustración después del arduo trabajo de semanas para fabricarlo y luego, no funcionaba.

Fue en ese momento que me llamo mi madre, para decirme de que tenía visitas. Me vino a ver uno de mis mejores amigo: Carlos. Le hable desde arriba del techo; le dije que en la parte de atrás de la casa estaba la escalera por donde podía subir. Hola.., me entere que hoy estrenarías el telescopio, así que vine a dar una mirada. Carlos observo mi rostro sombrío, y le explique, que no se veía bien. El miro por el objetivo, luego se quedó pensativo, y me pidió que le mostrara el artículo de la revista en donde se describía las indicaciones de fabricación.

Carlos tenia algunos años más que yo, y sobre todo, mucho más estudioso, imbatible en matemática y ciencias. Leyó con atención 2 veces el artículo, y luego de una metodológica observación me dijo: “según yo, hay un problema óptico, debido a la diferencia focal, por el tema de la relación de velocidad entre la luna y la tierra”. Esta explicación estaba más allá de mi compresión, y me limite a preguntar, como cuando un cliente se encuentra con su mecánico: ¿se puede arreglar?, Vamos a probar, me dijo. Fue entonces que tomando el telescopio y con la ayuda de un pequeño cortaplumas movió el lente superior de unos milímetros. Luego miro por el objetivo, y me dijo: “La imagen,,, es fantástica!!!”

Pase casi todas las noches de aquel verano, observando estrellas, me guie con la ayuda de un mapa, donde se detallaban las estrellas más visibles y algunos planetas. Fue así que me convertí en cazador aficionado de estrellas y también aquel verano comimos en casa unos dulces melones que yo había cultivado, siguiendo el consejo de Padre y teniendo por la mano la compañía de la luna.

Comparto con ustedes este hermoso video, con la historia de un cazador de estrellas.


 En memoria de:  Ste. Constantino Spanolo (Junín, Mendoza, Argentina)

Vídeo: Universidad Nacional de la Plata, Buenos Aires, Argentina.


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Comentarios

  1. Mauricio Llaver Sánchez - 1 agosto, 2020 at 5:23 pm

    Marcelo, qué buena nota para mí… todos recuerdos de mi infancia, del quiosco frente a la iglesia (el quiosco Maure), el padre Constantino, tu casa, tu padre y, adivino por el perfil que trazás, el querido Carlitos… Mucha emoción. Un abrazo grande, amigo.

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 2 agosto, 2020 at 10:55 pm

    Gracias Mauricio por tu comentario. Si, la verdad, cuantos recuerdos !!!, recuerdos de hace 4 décadas, como si fuesen ocurrido ayer. Lo importante es el buen recuerdo de las cosas.

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  2. Mario De Pian - 1 agosto, 2020 at 5:58 pm

    Impresionante “racconto” Marcelo!!! No conocia esta emocionante historia!!! El kiosco…la iglesia…el cura…tu casa con tu mama y papa…mecanica popular!!!
    Me parecio de estar ahi!!!
    Impresionante articulo Marcelo!!! Me regusto el comentario de tu amigo Llaver!!!
    Abraxo!!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 2 agosto, 2020 at 10:57 pm

    Gracias Mario por tu comentario. El tiempo nos hace ver ciertos detalles del pasado, recuerdos, lugares, personas, cada cosa fue importante y contribuyo al actual momento presente.

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  3. Lionel Conde - 1 agosto, 2020 at 11:43 pm

    Hola Marcelo, muy buen relato y lo fabuloso que fue para ese niño haber podido contemplar las maravillosas estrellas que hay en el cielo, y que cada noche las disfrutaba gracias a su esfuerzo de construir ese telescopio y con la gran intervención de Padre Constantino. Abrazo grande !!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 2 agosto, 2020 at 10:59 pm

    Gracias Lionel por tu comentario. Cada momento del pasado contribuyo de alguna manera a nuestro presente. Es por eso que es importante en cada momento vivirlo a pleno. Vivir bien el momento presente de nuestra vida, contemplando las estrellas que adornan nuestro cielo.

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  4. Gabriel Ferrero - 2 agosto, 2020 at 11:39 am

    Muchas gracias Marcelo! Fue hermoso compartir contigo esos recuerdos.
    Y gracias también por incluir ese video, con tantos lugares tan hermosos, que me resultan tan significativos y ahora no puedo visitar.
    Un abrazo grande!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 2 agosto, 2020 at 11:02 pm

    Gracias Gabriel por tu comentario. Recuerdos del pasado, lugares comunes, todas estrellas que recorrieron nuestro camino y nos alumbran nuestro presente. Si, a mi también me gusto mucho el video. Cuando pueda ire a visitar El Barreal, y darme una vuelta por el Observatorio El Leoncito.

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  5. Juan Carlos Peña - 2 agosto, 2020 at 2:31 pm

    Gracias Marcelo! que senderos nos haces transitar, por momentos, parece como aquella frase, “todos los caminos conducen a Roma”, digo esto porque todo me parece cercano, como q las estrellas unen este Junín de tu tiempo con caminos que recorrimos juntos en esta vida o camino, sería estelar?

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 2 agosto, 2020 at 11:05 pm

    Gracias Juan Carlos por tu comentario. Los recuerdos de Junín, mi querido pueblo, en donde viví los mejores años de mi adolescencia y en donde compartí con un grupo de Amigos una amistad perpetua, como las estrellas.

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  6. Gabriele Palocci - 7 agosto, 2020 at 4:48 am

    Bellissima storia amico mio!
    Poter ammirare la bellezza della luna e delle stelle ci fa capire la grandezza e l’immensità del creato…
    Chissà’ che ancora non è da qualche parte quel telescopio che hai costruito, magari un giorno potrai tornare a vedere le stelle con la stessa lente e magari mangiare anche un bel melone!
    Un grande abbraccio!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 14 agosto, 2020 at 5:00 pm

    Grazie Gabriele, i riccordi belli sono sempre nel nostro presente, bisogna soltanto spolverare ogni tanto la nostra mente. Un grande saluto

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  7. María Cristina Sanchez - 10 agosto, 2020 at 6:07 pm

    Querido Primo, me emociono tu historia, los recuerdos de cuando eramos chicos, el tio, la tia, el padre Constantino, tentos recuerdos, y tus ganas de perseguir un sueño y hacerlo realidad. Gracias!!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 14 agosto, 2020 at 5:02 pm

    Cuantos recuerdos de nuestro querido Junín. Los buenos recuerdos hay que tenerlos siempre a mano.

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  8. Patricia Manganelli - 10 agosto, 2020 at 8:50 pm

    Hola querido amigo! Hermosa historia. Las estrellas… a veces olvidadas por el hacer diario. No nos detenemos un instante a contemplarlas… Pero en éstos últimos tiempos de mi vida, se han convertido en compañía, una compañía silenciosa y tan viva…que transmiten una energía y belleza únicas que te acercan a un sublime bienestar que disfruto algunas noches. Allí… llueven los recuerdos…
    Marcelo, hermoso relato y video. Muchas gracias por compartir tus tesoros más preciados!! Abrazo!!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 14 agosto, 2020 at 5:05 pm

    Las estrellas siempre están para iluminar nuestro camino, incluso durante el día, no las vemos porque el sol es más fuerte. Pero a veces esos días nublados y tormentosos en nuestra vida, ellas siempre están para acompañarnos. Gracias por tu hermoso comentario.

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  9. Denise Niscola -13 agosto, 2020 at 5:10 pm

    Hermoso recuerdo, siempre trae paz y asombro ese misterioso cielo que nos rodea, que inspira canciones, poesias o como ahora un relato traido desde el corazón. Saludos!

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    Marcelo D. Leppez Sanchez - 14 agosto, 2020 at 5:07 pm

    Nuestro cielo es asombroso, gigantesco y siempre no nos cansaremos de asombrarnos con sus regalos. La astronomía nos da la clave de lectura para comprenderlo mejor.

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  10. Marcelo De Vecchi - 23 agosto, 2020 at 9:35 am

    Muy bueno todo Marcelo! Gracias por compartirlo con nosotros. Abrazo

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  11. Gisela Trifas - 20 septiembre, 2020 at 1:43 am

    Che meraviglia !

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  12. Francisco - Paco Hernandez 26-08-2021

    Estimado Marcelo me encanto el relato , como tu sueño se convirtió en realidad , y como me hiciste tener la curiosidad de conocer la ciudad donde naciste , saludos a la distancia.

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  13. Gustavo Clariá - Muy lindo recuerdo y excelente relato!

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